Abre Kate su cuaderno y nos regala un trozo de luz en estos días tan lluviosos. La estética power flower convertida en material escolar y atiborrando las estanterías de los supermercados.
Colocamos el cuad
Nuestra imaginación nos lleva, entonces, a extensos campos de girasol, tan abundantes por Andalucía, y, de pronto, el cielo lluvioso da paso al sol y nosotros nos hemos convertido en unos hippies que recorren el mundo en una furgoneta. En pueblos blancos y caldeados, rodeados de interminables campos de girasol, montamos nuestro teatrillo de títeres: saltimbanquis, tragadores de bolas de fuego y sables, perros pulgosos y acróbatas.
Afortunadamente, el delirio sólo dura unos segundos: los girasoles, redondos y naifs, sobresalen en un cielo azul intenso donde navegan unas mansas nubes, en absoluto amenazadoras. Si miramos atentamente la foto, las nubes son las cejas canosas de un rostro sonriente. Los ojos infantiles son los dos girasoles que nos miran como si la naturaleza se hubiera convertido en otro estudiante más de español.
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